Hace poco más de un siglo, desde 1910, se celebró por vez primera el día
internacional de la mujer desde ese momento la figura de la mujer ha venido
evolucionado, alcanzando puestos
inimaginables y logrando participar en todos los ámbitos y estructuras
sociales, hoy podemos constatar sus grandes aportes y su excelente desempeño. Sin
embargo esto fue el resultado de una gran batalla, una lucha por una igualdad
con el hombre, mejores posibilidades en el ámbito social, económico, político,
cultural y en su desarrollo íntegro como persona.
Las mujeres
celebran el 8 de marzo su día internacional, los diversos movimientos para que
la mujer sea tomada en cuenta en los distintos ámbitos se van desarrollando entre
los siglos XIX y XX. Así, algunos grupos sostienen que la mujer debe asumir
propiamente el status masculino en la sociedad, otros subrayan la diversidad de
roles de los dos sexos, pero exigen elevar el nivel cultural y profesional de
las mujeres; en el ámbito católico el movimiento feminista sostiene la igual
dignidad de la mujer respecto al hombre y pedirán el derecho al voto, una mejor
educación, más oportunidades profesionales y un sistema jurídico que proteja a
las familias haciendo énfasis en la protección a la mujer casada y a la mujer
madre. En el ámbito de la sexualidad, el feminismo católico rechazaba el
divorcio y la irresponsabilidad sexual y junto con otros movimientos de
carácter cristiano se proponen programas de educación moral y de lucha contra
la prostitución, el feminismo liberal,
en cambio, habla del derecho al divorcio
y el control artificial de los nacimientos,
Esta ultima forma de pensar, ha
pretendido separar las diferencias sexuales biológicas (sexo) y los roles que
la sociedad atribuye a los hombres y a las mujeres (género) llamada ideología
de género. Para ellos las funciones femeninas tradicionales, como la
maternidad, serían solo construcciones culturales y no algo natural. Según ésta
ideología de género, “se deben abolir las diferencias entre los sexos:
masculinidad y femineidad no tienen ningún papel natural especifico, de aquí se
deriva que términos como familia, maternidad, procreación, heterosexualidad no
tienen referencias naturales, sino que son sólo productos culturales.” (Mariano
Fazio, Historia de las Ideas Contemporáneas, p. 345) Como podemos observar la
consecuencia de esta ideología será la equiparación de las uniones de personas
del mismo sexo con los matrimonios heterosexuales abiertos a la procreación. La
ideología de género niega los derechos que derivan de la misma naturaleza.
Es claro que en la lucha de la mujer
por hacer valer su dignidad ha tenido un sinfín de implicaciones, hacemos
mención solo de estos episodios, reconociendo en ellos los grandes obstáculos
antes de lograr el reconocimiento del derecho a un desarrollo integral. Proceso
por el cual los ideales y anhelos más perenes
de la mujer fueron secuestrados por ideologías que lejos de llevar lo femenino
a plenitud y liberación lo han conducido a su total esclavitud y
aniquilamiento. Quizás nos ayude saber que
en una sociedad, que se ha dado por denominar cultura light y que ha inventado
el café descafeinado, la leche deslactosada, también se ha querido producir lo
femenino “desfemenizado”, es decir, femenino sí, pero sin su esencia, sin lo
que la distingue de los hombres, su capacidad de ser madre. Bien sabemos que
para la cultura de lo liviano, ligero y “dietético”, todo aquello que significa
asumir una responsabilidad, que implica generosidad, abnegación y servicio; es
un riesgo, un peligro, algo fuera de control. Sin embargo las propuestas de esta cultura
light y sus prácticas son tan frágiles
como esas burbujas de agua que suben al cielo en cuestión de segundos y toman
cuerpo “aparentemente”, pero que no pueden mantenerse por sí mismas debido a su
liviandad, ligereza, banalidad.
Pero ¿Cuál es la postura de la Iglesia? Desde el
principio la Sagrada Escritura nos coloca frente a un hecho sin precedentes:
Dios creó al hombre y a la mujer a imagen suya, de donde emana una misma
dignidad. (cfr. CIC 369). La mujer no es más que el hombre ni el hombre supera
la dignidad de la mujer. El Papa Juan Pablo II, en su carta a la mujer de 1995,
comienza a hablar directamente de hombre y mujer
como un uno inseparable en el conjunto de la creación, ambos forman parte en
igual medida de la humanidad, no se pueden separar, ni siquiera hablar de ellos
por separado.
Celebrar
el día internacional de la mujer es reconocer a las mujeres madres, hermanas, educadoras,
profesionistas, esposas, religiosas, etc., es hacer una pausa para reconocer a
tantas mujeres que con su acción social han dado muestra dentro y fuera de la
Iglesia de su entrega y dedicación a los demás. Me viene a la memoria la madre
Teresa de Calcuta, un ejemplo de
nuestros días. El Papa Benedicto XVI en su carta dedicada a las mujeres
menciona que “las mujeres son la esperanza de un mundo más humano”, (...)
que “tiene necesidad (de la mujer) para
que el hombre pueda sobrevivir sin deshumanizarse del todo.”
Felicidades a todas nuestras
lectoras, distribuidoras y compañeras de redacción; muchas felicidades a nuestras
sacristanas, secretarias, catequistas y religiosas; a tantas mujeres que hoy
como ayer son pilares fundamentales en la propagación del evangelio; que a todas ellas María Santísima, modelo de “hija del Padre”,
de “esposa del Espíritu Santo” y modelo de “madre del Hijo”, sea quien las
conduzca a la plenitud de su femenida.
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