En semanas pasadas en León Gto., se convirtió en sede de la conferencia mundial de la juventud, organizado por la ONU. La conferencia congregó a jóvenes de distintas partes del mundo con la finalidad de discutir y asumir criterios que ayuden a orientar las políticas de la juventud de la ONU. Al finalizar la conferencia se dio a conocer el documento “Declaración de Guanajuato”, en donde los ministros de juventud y representantes de los gobiernos participantes, reconocieron que los jóvenes son actores clave en la búsqueda del desarrollo, sujetos clave de los objetivos de desarrollo del milenio y aliados esenciales para su consecución.
Reconocer a la juventud como un factor importante en la “búsqueda de desarrollo” de un país y que los jóvenes son una fuerza de protagonismo en la transformación social es un hecho que se impone a nuestros juicios, sobre todo en nuestros países latinoamericanos. Solo nos queda analizar que se pretende contener en ese “desarrollo” tan clamorosamente anunciado y proclamado. Quizás nos ayude volver la mirada a los países prototipos del desarrollo en donde la pirámide de población está lejos de reflejar una población joven. En donde naciones enteras han estado perdiendo sus tradiciones y cultura; en donde se ha hecho coincidir el desarrollo con políticas que atentan contra las estructuras base de una sociedad, como son la familia, la educación, la religión, etc.
Pobreza, educación, salud, empleo, tecnología, cultura, seguridad, participación cívica, democracia, equidad de género y medio ambiente; según la “declaración de Guanajuato”, son algunos de los temas en los cuales se debe sentar el desarrollo humano integral. Con tristeza observo que el documento conclusivo de la conferencia, retoma como una “necesidad” el desarrollo de políticas y leyes que vean por la familia, sobre todo que tomen en cuenta “la pluralidad de formas”. Pluralidad de formas de familia es un eufemismo que esconde el reconocimiento de las pseudo familias formadas por personas del mismo sexo. Familias fruto de la cultura de lo desechable, surgidas por decreto y no por ley natural. Se habla también de una educación integral de la sexualidad basada en información científica, lo que al parecer suena muy bien, pero en el contexto y espíritu de la declaración de Guanajuato, solo significa “libre (de) estereotipos y de principios culturales y/o religiosos”
Ciertamente que los gobiernes, las ONG’S y las distintas instituciones deben entrar en relación con los jóvenes para combatir la pobreza, promover la educación, fomentar empleos dignos y seguros, suscitar el cuidado de la salud, etc., pero ojalá que la promoción de estas realidades humanas, que forman parte de la agenda del verdadero desarrollo, no se realice pagando precios tan caros como el fomentar valores que van contra la misma dignidad de la persona, contra la vida humana y contra la familia.
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