Se ha oído decir que “dos mujeres juntas ni difuntas”, parece que el refrán ha quedado a la orilla del camino, pues las presidentas de Chile, Michelle Bachelet y Argentina, Cristina Fernández de Kirchner han hecho historia este sábado 28 de noviembre al ser las primeras mandatarias recibidas conjuntamente por el Papa. Sin embargo la ocasión que las ha reunido con el vicario de Cristo también es histórica, pues ésta ha sido para conmemorar los veinticinco años de la firma del tratado de paz entre ambos países.
Fue una buena ocasión en la que Benedicto XVI ha recordado en su mensaje las palabras de Pio XII “Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra” enfatizando de esa manera al mundo entero que la paz es un valor por el que se tiene que trabajar, al afirmar que el tratado de paz es un ejemplo “luminoso de la fuerza del espíritu humano”, de ésta forma el Papa ha hecho sentir su voz ante quienes siguen considerando el camino de la violencia como única forma de solucionar problemas o esforzandose por justificar guerras sin sentido o “necesarias” como se ha calificado en los últimos días la guerra en Afganistán.
Además Benedicto XVI ha puesto énfasis en dos cuestiones que al parecer podrían no ser más que solo componentes de una excelente reflexión sobre la paz, sin embargo éstos son la respuesta a la problematica que, a causa de escasos valores morales, ha dado origen debates publicos en los que se pone en juego la misma dignidad de la persona y de la familia. El Papa ha enfatizado que para lograr la paz es necesaria la promoción de una autentica cultura de la vida, ésta unida al fortalecimiento de la familia como célula básica de la sociedad.
Así es mientras estas señoras se sacan una foto con el papa y celebran la guerra que no se dio, en sus respectivos gobiernos se promueven iniciativas que atentan o contra la vida o contra la familia tradicional. En Argentina, por ejemplo, las relaciones entre Iglesia y Estado son cada vez más candentes debido a lo que erróneamente se ha dado en llamar “matrimonio homosexual” y ante la cual la Iglesia se ha pronunciado en contra.
Fue una buena ocasión en la que Benedicto XVI ha recordado en su mensaje las palabras de Pio XII “Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra” enfatizando de esa manera al mundo entero que la paz es un valor por el que se tiene que trabajar, al afirmar que el tratado de paz es un ejemplo “luminoso de la fuerza del espíritu humano”, de ésta forma el Papa ha hecho sentir su voz ante quienes siguen considerando el camino de la violencia como única forma de solucionar problemas o esforzandose por justificar guerras sin sentido o “necesarias” como se ha calificado en los últimos días la guerra en Afganistán.
Además Benedicto XVI ha puesto énfasis en dos cuestiones que al parecer podrían no ser más que solo componentes de una excelente reflexión sobre la paz, sin embargo éstos son la respuesta a la problematica que, a causa de escasos valores morales, ha dado origen debates publicos en los que se pone en juego la misma dignidad de la persona y de la familia. El Papa ha enfatizado que para lograr la paz es necesaria la promoción de una autentica cultura de la vida, ésta unida al fortalecimiento de la familia como célula básica de la sociedad.
Así es mientras estas señoras se sacan una foto con el papa y celebran la guerra que no se dio, en sus respectivos gobiernos se promueven iniciativas que atentan o contra la vida o contra la familia tradicional. En Argentina, por ejemplo, las relaciones entre Iglesia y Estado son cada vez más candentes debido a lo que erróneamente se ha dado en llamar “matrimonio homosexual” y ante la cual la Iglesia se ha pronunciado en contra.