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28.10.09

Mons. Lázaro, el amigo, el padre, el pastor.



“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida usada causa una dulce muerte”: (Leonardo Da Vinci).
La muerte de monseñor Lázaro acaecida en forma repentina nos ha consternado a todos, desde a aquellos que por sus labores pastorales se encontraban en la ciudad episcopal y cerca de él, hasta quienes como nos encontramos lejos en la distancia pero en este momento unidos por un mismo dolor y una misma esperanza. Hace poco más de seis años que tuve el gusto de conocerle y cómo recuerdo aquel primer encuentro. Recayó en mí, la responsabilidad de dirigirle las palabras de bienvenida, el día de su toma de posesión. Bien recuerdo una frase de aquel mensaje: “Mons. Usted déjese querer, que los celayenses sabemos hacer lo demás”.





Durante todo este tiempo Don Lázaro no solo se dejó querer, sino que se hizo querer. Siguiendo las transmisiones de sus funerales, a través de los distintos medios de comunicación locales y estatales, así como las trasmisiones de radio por Internet desde la propia diócesis, he podido comprobar que, la gente de Celaya supo querer a su Padre Obispo, aún más de lo que yo imaginaba en aquel discurso del 9 de septiembre de 2003.
Parecen escasear las palabras para poder describir el intenso trabajo que realizó en nuestra diócesis. Desde su llegada una de las preocupaciones fundamentales fue el acercamiento con sus sacerdotes, cada sacerdote de mi diócesis seguramente experimentó ese gesto tan noble del primer encuentro personal, siempre con el propósito que en muchas reuniones de presbiterio llegó a repetir: “lo hago para hacerles ver que la distancia que existe del obispo a cada uno de sus sacerdote, es la misma que hay de cada sacerdote a su obispo” Por el ministerio que en esa época desempeñaba soy testigo que amó y se entregó no solo por sus sacerdotes, sino también por aquellos que estaban en proceso de formación.

El primer lugar a donde llegó, desde donde se organizó la primer conferencia de prensa fue el seminario. Acto que por otra parte nos reflejaba la inquietud por esta dimensión tan importante en nuestra época: comunicar a la Iglesia a través de los medios de comunicación. Cómo no recordar que apenas el cinco de octubre pasado, representantes de los medios escritos locales, se reunieron para con él para celebrar un aniversario más de su llegada a Celaya y de vida.
El sábado pasado Mons. Lázaro, firmó el decreto de promulgación del Plan Diocesano de Pastoral, y así lo refirió el Sr. Arzobispo Alberto Suárez, recordando las palabras que mencionó el Padre Lázaro: “desde mañana comienza una nueva etapa para ésta diócesis.” Con justa razón Gandhi afirmó en cierta ocasión “Debes hacer lo correcto. Tal vez no esté dentro de tu capacidad, tal vez no esté dentro de tu tiempo que haya algún resultado”
El resultado ya se ha manifestado por eso podemos leer:
Acompañaron miles de fieles al obispo en su último recorrido por la ciudad
Hasta siempre
Agradece familia del obispo amor que le dieron a su hermano
Entrega Celaya a Dios a su obispo
Dios lo llamó

26.10.09

El Pastor reflejo del Padre, Testamento y reto




El siguiente escrito, fue el último artículo que redactó nuestro Padre Obispo Lázaro Pérez Jiménez, colaboración que cada quincena hacía para el periódico diocesano REDES, que tanto amó y promovió, mismo que después se reenviaba a otras tres publicaciones para que también lo reprodujeran, es bien sabido que tenía una excelente relación con los medios de comunicación , incluyendo sus mensajes por radio, los cuales grababa personalmente y supervisaba con todo cuidado que fueran enviados a Celaya, San Miguel Allende y San Luis de la Paz; por supuesto, siempre tuvo predilección por su propio medio escrito, nuestro periódico diocesano, al cual se dedicó con amor, como con todo lo que hizo durante su vida. Este árticulo fue leído en la misa de recepción de sus restos. Es su testamento y nuetro reto:


El evangelista S. Juan nos ha dejado dos textos que, si bien es cierto que están dirigidos a todos los creyentes, tienen especial relevancia para los pastores, aquellos que por un llamado particular reciben de Jesús el mandato de apacentar a las ovejas del rebaño en su nombre. Tomando en consideración la mala experiencia de los pastores del antiguo testamento que obligó a Dios a lanzar palabras duras contra ellos por boca del profeta Ezequiel, surgió, al mismo tiempo, la promesa de que a futuro Dios mismo apacentaría a su pueblo: “Ustedes son mis ovejas, las ovejas que yo apaciento , y yo soy su Dios”, Ezequiel 34, 31.

No cabe duda de que cuando Jesús se refirió a sí mismo como el pastor bueno, (Jn. 10) la comunidad de San Juan, aquella a la que el evangelista hablaba en circunstancias delicadas, de inmediato pudo captar que el mensaje estaba íntimamente vinculado a la promesa hecha por Dios. Jesús era el pastor esperado por el pueblo en momentos en que los pastores de su tiempo habían abandonado irresponsablemente a las ovejas y éstas se encontraban a mereced de ladrones y bandidos. Jesús, por el contrario, daba testimonio de ser el buen pastor porque era cercano a su rebaño, conocía a sus ovejas y las ovejas lo conocían a él, las llamaba por su nombre y las ovejas lo seguían. Pero lo más sorprendente era que este pastor bueno estaba dispuesto a dar la vida por sus ovejas.

Este texto trato de meditarlo con frecuencia, en especial, cuando me encuentro en las visitas pastorales, no porque crea que pueda repetir a Jesús, sino porque es la oportunidad que el pueblo católico tiene para comprender a Jesús en lo más propio de su persona y misión. Entender la relación entre la oveja y el pastor bueno, relación que conlleva a un mutuo conocimiento al grado de que el pastor conoce a cada oveja por su nombre y así la llama, es tanto como sentirse en las manos de un Dios que todo Él es misericordioso y nos toma de la mano para conducirnos por el camino de la felicidad única, que no tiene parangón con nada de este mundo.

El presente año declarado por el Papa Benedicto XVI como el AÑO SACERDOTAL, es un tiempo de gracia para reflexionar sobre muchas cosas relacionadas con el don del sacerdocio. Es la ocasión que se ofrece a cada obispo y sacerdote para hacer una amplia revisión de vida, un sincero examen de conciencia para, delante de Dios, preguntarse hasta qué punto y en medio de las limitaciones naturales, se ha sido fiel al don recibido sin mérito alguno. Convine indagar sobre cómo ha sido la relación con el pueblo de Dios, en especial, con los pobres y marginados. No puede faltar una sana revisión sobre nuestra vida de oración, la que alimenta nuestro espíritu y nos ofrece la gracia de entrar de lleno a la vida íntima de Dios. El obispo y el sacerdote saben por experiencia que el descuido de la oración sitúa a la persona consagrada en zona de muchos riesgos y graves peligros.

En particular, me alegra saber que el pueblo católico se ha interesado por sus pastores y por el cariño que les profesan participan en aquellos actos en los que la oración personal y comunitaria se dirige a Dios para orar por los sacerdotes. He podido comprobar esta actitud del pueblo que intercede por sus pastores y hasta me vienen a la mente dudas serias acerca de si los obispos y sacerdotes oramos con el mismo fervor y fe con la que oran nuestros fieles. Ellos son verdaderos maestros y testigos de fe y oración y, por tal motivo, estoy cierto de que Dios los escucha.

A raíz de la declaratoria del AÑO SACERDOTAL, han aparecido infinidad de publicaciones que giran en torno a la doctrina del sacerdocio, teniendo como referente a Jesucristo sacerdote. Dado que el presente año se enmarca dentro del ciento cincuenta aniversario de la muerte de San Juan María Vianey, más conocido como el cura de Ars, frecuentemente observamos la figura de este sacerdote cuya vida es luz y estímulo para quien, consagrado en el sacerdocio ministerial, opta por ser fiel a su vocación.

Gracias a este acontecimiento, nos hemos enterado que las dimensiones que se les ha querido dar a los escándalos de los sacerdotes, que son innegables, en realidad no reflejan toda la verdad objetiva. Los datos oficiales arrojan como cierto que sólo seis de cada cien sacerdotes han fallado a su compromiso. Cualquier infidelidad es dolorosa para la Iglesia; lo que no se vale es que por unos cuantos se pretenda generalizar y hablar como si todos los pastores (sacerdotes y obispos) sean un grupo de perversos hipócritas. Esta es una visión miope ajena a la realidad. El 94% de los sacerdotes han sabido vivir con dignidad el don.

Esta noticia me llena de gozo y esperanza particularmente porque tengo la misión de vivir cerca y acompañar con amor y respeto a los sacerdotes que el Señor me ha confiado en la diócesis. Los sacerdotes han sido siempre mi prioridad, en especial, en la vigilancia de su formación integral. No somos perfectos pero me parece que sabemos hacia donde caminar juntos como presbiterio.

Hay dos textos en el evangelio de San Juan que me inquietan. Juan 12, 45 dice que quien ve a Jesús ve también al que lo ha enviado. Y más adelante, en el capítulo 14, versículo 9 a petición expresa del apóstol Felipe que pide que Jesús le muestre al Padre, el Señor responde diciendo: “El que me ve a mí, ve al Padre”.

Y yo me pregunto: cuando los fieles nos ven a los obispos y sacerdotes, ¿a quien verán? ¿Somos los pastores el fiel reflejo de Jesús como éste fue de su Padre?
Esta pregunta por el bien del pastor y del pueblo exige una respuesta sin alguna ambigüedad.


+Lázaro Pérez Jiménez
Obispo de Celaya

25.10.09

Ha entrado a la Casa del Padre, Mons. Lázaro Pérez



Con profunda pena, me uno a la oración de toda mi Iglesia diocesana por el eterno descanso de Mons. Lázaro Pérez Jiménez. Nuestro Padre Obispo tuvo su encuentro definitivo con el Señor la madrugada de este domingo 25 de octubre, los primeros informes revelan que fue victima de un infarto.
Su cuerpo será trasladado de la ciudad de México, donde falleció a la ciudad episcopal de Celaya, será velado en la Iglesia Catedral y la misa de cuerpo presente esta programada para el próximo miércoles, aún no se precisa la hora, todo según informa el sitio Internet de la diócesis de Celaya y la radio por Internet de la misma.