Cada vez con mayor frecuencia podemos encontrar artículos que pretendiendo ser una noticia informativa y que solo logran ser “un grito no tan silencioso” de una particular opinión. Como el artículo de Liliana Alcántara publicado por el Universal, donde pretendiendo informar sobre la actividad que realizan educadores a favor de la vida, hace una crónica que no tiene diferencia con aquellas amarillistas de buenos y villanos. Naturalmente con una mal lograda apariencia de imparcialidad. Bueno quizás me equivoque y en realidad el espacio sea un “kiosco” donde se denuncia a quienes actúan en contra del bien común o del orden social. Ignoro desde cuando la educación pudiera haber caído en esta tipología delictiva y tampoco sé cuando el biocidio o mejor aún genocidio adquirió derechos de ciudadanía.
Es de llamar la atención el artículo 11 de la declaración de los derechos del animal que dice “TODO acto que implique la muerte del animal sin necesidad es un biocidio, es decir, un crimen contra la vida”. De igual manera se pone énfasis en que “Todo animal tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y en las condiciones de vida y libertad que sean propias de su especie. Toda modificación de dicho ritmo o dichas condiciones que fuera impuesta por el hombre es contraria a este derecho”
Curiosamente mientras asociaciones de diversas denominaciones promueven intensamente en los niños y jóvenes el cuidado y la protección de la vida animal, considerando que la educación ha de proporcionar en la infancia la observación, comprensión, respeto y afecto con respecto a los animales. Tristemente existen otras que niegan la promoción de la vida humana. Si el respeto a los animales por el hombre es vinculante al propio respeto entre los hombres; con cuanta mayor razón lo será el respeto del hombre mismo; si la muerte sin necesidad de un animal se puede condenar como un crimen contra la vida, con cuanta mayor razón lo será el aborto; si el animal tiene derecho a crecer al ritmo y en condiciones de vida y toda modificación por parte del hombre de este ritmo y condiciones es contraría a ese derecho; con cuanta mayor razón el ritmo de desarrollo de la vida humana desde su concepción hasta su nacimiento tiene derecho a no ser interrumpida.
Un asesinato solo tiene una perspectiva, es un delito. El aborto es la interrupción de la vida humana, no se puede justificar como tampoco se pude hacer frente a un asesinato, es un delito. Desafortunadamente hay algunos que desean realmente creer que el feto humano no es humano, atribuyéndose derechos a “monitorear” o imponer sus ideas a una sociedad que requiere ser educada. Estoy convencido que el siglo XXI ofrece un inmenso panorama de oportunidades para México y nuestra generación tiene ante si la oportunidad de renovar al país y colocarlo entre los más desarrollados y fuertes del mundo, pero considero que una sociedad que atenta contra el ritmo natural de desarrollo de la persona humana, desde su concepción hasta su nacimiento, esta cerca de la decadencia.