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7.11.09

Muros que no han caído.


Una piedra en el camino me ha hecho recordar que se están celebrando dos décadas de la caída del Muro de Berlín sin duda uno de los símbolos más conocidos de la guerra fría; también se conoce como el “muro de la vergüenza”. El muro dividía la ciudad de Berlín en dos y separaba la parte occidental del territorio de la (auto proclamada) Republica Democrática Alemana. Veinte años después se encuentra la oportunidad no solo de celebrar la caída de un muro cuanto más bien los nuevos lazos que se estrechan para forjar la reunificación de Alemania.

Sin embargo, mientras hay quienes tienen razones suficientes para celebrar, otros siguen experimentando los límites que un “muro” impone, familias divididas a causa de un muro, gente que sigue muriendo en el intento por derivar las barreras existentes en muchas partes del mundo. Es una alegría recordar la caída del muro de Berlín, pero es una tristeza ver los muros que no han caído, y más aún los muros que se siguen gestando en algunos países.

Existen en el mundo catorce muros que no han caído: El de Estados Unidos y México, muro metálico construido por el gobierno de los Estados Unidos, para impedir el acceso de inmigrantes indocumentados procedentes de México y centro América. Se han invertido más de 2,400 millones de dólares. El Cisjordania e Israel, esta barrera esta formada por vallas, alambradas, zanjas y placas de cemento de hasta 8 metros de alto. El gobierno israelí inició la construcción de la barrera de separación en 2002 con el objetivo de proteger a sus ciudadanos de ataques palestinos. Y así podríamos seguir la lista de muros como el de Chipre, Botswana, Pakistán – india, de Ceuta y Melilla (España), etc.

Sin embargo hay otros muros que están en construcción y que aún podrían evitarse. Por ejemplo El gobierno de Río de Janeiro construye desde hace poco varios muros alrededor de algunas de las favelas o barrios pobres que crecen en montañas de la ciudad todo con el objetivo de evitar que las construcciones precarias que caracterizan esas comunidades destruyan la vegetación que las circunda, según algunos críticos con éste muro buscan separar las zonas empobrecidas de las de mayores recursos.

Situaciones políticas han empezado a generar una nueva clase de muros. Recientemente ante los problemas fronterizos entre Colombia y Venezuela, mientras el gobierno venezolano ha reforzado la vigilancia en la frontera, el presidente de Colombia ha declarado que no se construirá un muro de Berlín, sin embargo las tensiones están generando nuevas barreras, auque no necesariamente físicas entre Colombia y Venezuela.

Curiosamente en un mundo globalizado, que busca estrechar los vínculos de información entre las personas e instituciones hay quienes siguen pensando en los muros, mallas, barreras o como cada uno las llame; como única solución para algunos problemas como seguridad, de protección ecológica, cultural o ideológica, etc. Es una lastima que el mundo virtual tanga cada día más links mientras en el mundo real no solo se siguen teniendo muros, sino que aun se piensa son solución de problemas. Muros físicos o no, siempre cumplen la misma función, aislar, limitar, dividir, separar, etc. Connotaciones todas de carácter negativo para un mundo que manifiesta en su tecnología grandes esfuerzos por unir a las personas e instituciones, basta ver en los últimos años el crecimiento de los “comunidades sociales” en Internet. Es tiempo de buscar la construcción de puentes, de links que favorezcan el crecimiento común de los pueblos también en el mundo real. Espero que el 9 de noviembre año con año se sumen más personas de todo el mundo para celebrar la caída del Muro de Berlín y de muros que físicos o no, atentan contra los derechos de las personas. Para quienes somos gente de fe, sabemos que el muro más grande que debemos hacer caer es el del odio, el cual impide traspasar las diferencias y celebrar un reencuentro de hermanos, de compañeros en el camino de la vida. Sigamos haciendo camino, luchando por derivar toda clase de barreras, físicas o no.

Las piedras del camino susurran que el presidente del Salvador, Mauricio Funes esta derribando muros, después de que los gobiernos anteriores se caracterizaban por tener una trayectoria de incumplimiento a las decisiones dictadas por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) ahora anuncia que reconocerá las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para resolver el caso del asesinato del arzobispo Óscar Arnulfo Romero asesinado en 1980. Esperemos que esto solo sea el principio y este puente conduzca a reconocer toda la obra de compromiso, entrega y santidad de Mons. Romero, puente que finalmente conduzca a la Beatificación del hasta hora siervo de Dios.

Piedras y matorrales del camino, comenten:

2.11.09

“Al cabo, la muerte es flaca y no ha de poder conmigo”


Hacer un altar de muertos a Nuestro Padre Obispo, qpd; para algunos podría ser incomprensible, falto de respeto a su memoria, sin embargo, ante la celebración de los fieles difuntos en México hay que considerar dos tradiciones que al estar profundamente arraigadas en el pueblo mexicano, no se excluyen, más bien se integran y dan origen a una particular visión de la muerte desde la idiosincrasia del mexicano. Por una parte en la Iglesia católica se estableció, en los años 1049, el 2 de noviembre como el día para conmemorar a los fieles difuntos y a las ánimas del purgatorio, por otra parte antes de la llegada de los españoles y sobretodo en Mesoamerica, la muerte ocupaba un lugar especial, era considerada como una forma diferente de vida. Con la llegada de los españoles los pueblos conquistados retoman la idea de celebrar el 2 de noviembre para pedir por el alma de sus difuntos y al mismo tiempo celebrar su visita al mundo de los vivos.
Algunos afirman que los mexicanos no le tenemos miedo a la muerte pues este tema es para el mexicano una oportunidad de diversas manifestaciones “artísticas”. En muchos lugares del país se organizan concursos de “calaveras” que es una composición en verso que, compuesta a una persona viva, transmite la idea que, o por tus virtudes o por tus defectos, la muerte manifiesta sus afectos y terminando tus dias entre ataúdes. De igual manera encontramos, como una celebración muy propia del país, la realización de concursos de “altares de muertos”, donde se pretende rescatar nuestras tradiciones culturales; se colocan en estos altares “ofrendas” mismas que casi siempre tienen relación con la persona a quien se le ha dedicado el altar, tienen que ver con sus gustos, aficiones, profesión, etc. Existe también un sin fin de “refranes” populares que nos recuerdan la postura de nuestra cultura frente a la muerte.
La celebración del día de muertos ha empezado a sufrir también los efectos de la globalización, es común encontrar altares de muertos con elementos propios de otra cultura promotora de lo que conocemos como “Halloween” con sus fantasmas y sustos comerciales parece muy lejana de la reafirmación familiar y la devoción original con que se encaran los festejos de arte, comida y altares mexicanos. Particularmente estoy en contra de aquellos centros culturales o educativos que promueven ésta última o permiten un “mix” de elementos que no favorecen al rescate de nuestras tradiciones.
Algunos podrán decir que nos reímos de la muerte, que no le manifestamos miedo, que la enfrentamos o provocamos, lo cierto es que, la visión que tiene México de la muerte, es simplemente una visión diferente, es un símbolo milenario que no se puede separar de la vida, pues la celebración del día de muertos es la celebrar el día en que los recuerdos de los muertos cobran vida. Es una fiesta de importancia ya que en ella se recuerda el lugar del individuo en el seno del grupo lo que contribuye a una afirmación de la identidad. Por eso es una expresión sana que algunas de las parroquias de la diocesis promuevan esta actividad e incluso hayan dedicado sus altares a Mons. Lazaro de quien aún lloramos con fe su partida.
Hay que tener especial cuidado ya que ésta visión nada tiene que ver con “el culto a la santa muerte” una seudo religión que se ha organizado recientemente y que en ciertas regiones de México ha venido tomando fuerza. Para sus devotos, la Señora, como llaman afectuosamente a la muerte, es capaz de aparecerse y manifestarse corporalmente o imprimir sus imágenes en diversos lugares. Para los católicos esto es una idolatría.