Orientaciones del Magisterio de la Iglesia para emitir un voto razonado
Escrito por Pbro. Marcos Mancera
Viernes, 26 de Junio de 2009 15:13
Estamos en plena efervescencia política, los distintos partidos políticos ya tienen definidos a sus candidatos para contender por diversos cargos públicos a nivel municipal, estatal y federal. Sin llegar a un peligroso compromiso partidista, es responsabilidad de nosotros ministros de culto, orientar sobre los derechos y deberes políticos de los fieles laicos, con los principios éticos de la doctrina social cristiana, para formar en ellos una conciencia social y así participar, en forma libre, responsable y pacífica en la elección de aquellos que ejerzan en forma legítima la autoridad.
La Iglesia católica no tiene partido. Como institución, acoge a todos los bautizados y no apoya a ningún partido político; más aún, acepta que una misma fe puede inspirar opciones políticas diversas. Es derecho y deber de la Iglesia proponer los principios morales que deben regir el orden social y, en privado, votar por quien quieran.
El derecho al voto de los ciudadanos es un elemento central de participación democrática en las decisiones de gobierno. El voto, además, es un medio para manifestar nuestra aprobación o desaprobación a los candidatos, a los partidos políticos, a los programas que ofrecen y a su desempeño como gobernantes.
Es por eso que el voto deba ser razonado, personal, libre y secreto. Se requiere, por tanto, realizar una seria valoración moral de los candidatos y de las plataformas políticas de los partidos, de tal forma que elijamos a las personas y a los programas que garanticen mejor el bien del país. Necesitamos legisladores y gobernantes honestos y desinteresados, capaces de construir el bien común.
Por lo tanto, los fieles católicos están obligados a ser coherentes con su fe en público y en privado; no pueden, por tanto, sin traicionarse a sí mismos, adherirse o votar por un partido o por un candidato contrario a sus convicciones religiosas y a sus exigencias morales.
En conciencia están llamados a:
Votar por el partido o candidato que respete siempre la dignidad de las personas y no pretenda corregir la pobreza a través de soluciones que privilegien medios que atenten contra los derechos humanos, particularmente contra el derecho a la vida o contra la vinculación estructural del significado unitivo y procreativo del acto conyugal.
Votar por el partido o candidato que promueva el valor de la familia, para que de esta manera, los matrimonios, sin cerrarse al don de la vida, colaboren siempre con conciencia y responsabilidad al bien integral de su comunidad y de su nación.
Votar por el partido o candidato que fortalezca la educación de los niños, jóvenes y adultos, para que con una visión integral sobre la naturaleza y dignidad del amor humano, la paternidad y la maternidad responsables, puedan ser adecuadamente puestas en práctica.
Votar por el partido o candidato que respete el derecho primario de practicar sus creencias religiosas.
Votar por el partido o candidato que se comprometa a combatir la violencia, la drogadicción, la injusticia institucionalizada y la corrupción pública.
Votar por el partido o candidato que legisle a favor de la tutela y la promoción de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto y protegida en su unidad y estabilidad, frente a las leyes modernas sobre el divorcio. A la familia no pueden ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas pueden recibir, en cuánto tales, reconocimiento legal.
Votar por el partido o candidato que salvaguarde la libertad de los padres en la educación de sus hijos, es un derecho inalienable, reconocido además en las Declaraciones internacionales de los derechos humanos.
A los políticos católicos les recordamos el deber moral que tienen en su actuación pública, especialmente a los legisladores, de mantenerse fieles a la doctrina del evangelio, conservando su compromiso claro con la fe católica y no apoyando leyes contrarias a los principios morales y éticos como son los que atentan contra el derecho a la vida o en contra de las instituciones de la familia y el matrimonio. Solo la adhesión a convicciones éticas profundas y una actuación coherente pueden garantizar una acción pública, honesta y desinteresada, de los legisladores y gobernantes.
Confiamos en que la madurez del pueblo mexicano y el sentido de responsabilidad y de amor auténtico a México de los dirigentes políticos y de los candidatos a los puestos de elección, garanticen una contienda civilizada y respetuosa, así como una jornada electoral pacífica y transparente. El apego a la ley que rige los procesos electorales en México es la mejor garantía de unas elecciones legítimas y una contribución a la paz social.
Exhortamos a todos los fieles laicos y personas de buena voluntad a que oren a Dios, para que por intercesión de María de Guadalupe nos conceda buscar el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de Paz.
Celaya de la Purísima Concepción Gto; a 26 de Junio, 2009
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